Una de las acepciones de la palabra “desahucio” en el diccionario de la R.A.E. es muy clara: “Quitar a alguien toda esperanza de conseguir lo que desea”. Pocas veces una definición es tan ilustrativa de un drama humano y social que está amargando la vida de más de 500.000 hogares desde que estalló la crisis. Quitar toda esperanza de conseguir algo en la vida, por poco que sea, es lo que representa un desahucio hoy por hoy en la vida de una persona y de una familia. No sólo se la priva de un techo donde vivir, sino que se la condena a la esclavitud, pues en está situación pasa a ser “propiedad” del banco hasta que liquide sus deudas.
Los bancos fijaron las reglas de este “sucio” juego: dieron créditos sin valorar solvencia, inflaron la valoración de los inmuebles e impusieron las condiciones de contratación incorporando numerosas cláusulas abusivas. Y todo ello lo hicieron amparándose en el silencio y pasotÍsmo de nuestros gobernantes y una obsoleta ley hipotecaria.
No hemos sido los ciudadanos los que hemos fallado en la estrategia de este juego, los bancos erraron en sus cálculos provocando esta crisis, y ahora no quieren perder este partido, quieren continuar siendo jugador, árbitro y vencedor absoluto. En otros países, la “ley” no escrita de alarma social se ha tenido en cuenta para buscar alternativas a las deudas de las familias y no llegar a los injustos desahucios, en nuestro país no ha sido aplicada….
Aunque, lógicamente, si se produce un cambio en las condiciones de concesión de los préstamos hipotecarios y el deudor de buena fe no puede hacer frente por situaciones tales como paro, enfermedad, etc…, deberían existir fórmulas y medidas que no deriven en una condena de exclusión social de las familias, dándoles la oportunidad de poder rehacer su vida.
Las medidas aprobadas por el Gobierno demuestran una insensibilidad casi infinita con este drama de los desahucios. Tras la farsa de el Código de Buenas Prácticas Bancarias, el Gobierno una y otra vez vuelve a dar falsas soluciones al problema para no perjudicar los intereses del “otro gobierno” de este país, los bancos.
No es de justicia a la hora de aplicar soluciones, que las entidades nacionalizadas y que a principios de verano del 2012 tenían en su poder más de 15.000 inmuebles desocupados procedentes de hipotecas a familias, hayan sido lás más beneficiadas con ayudas públicas en estos años. Sólo en 2010 el sector bancario acaparó el 99% de las ayudas públicas para combatir la crisis…..
Frente a estos datos, las no soluciones que propone el Gobierno ponen a competir a los más pobres por retrasar dos años la desesperanza y la esclavitud.